Montpellier (Francia)

Montpellier es una ciudad preciosa, fácil para visitar en familia.
Con rincones mágicos y muy bien situado entre otras ciudades grandes.

Nuestra ruta comienza a los pies del Acueducto de San Clemente.
Aunque no tan majestuoso como el de Segovia,
impone lo bien conservado que está pese al paso del tiempo.
Y además, si se va en día de mercadillo,
lo ponen bajo los arcos y te deja adentrarte entre sus habitantes.

Desde ahí, venciendo los casi 40ºC,
subimos hacia la entrada del casco histórico por su Arco del Triunfo.

El origen de la ciudad es medieval,
está lleno de espacios que te transportan en el tiempo.

El Palacio de Justicia se erige cerca del Arco del Triunfo, rodeado de palacetes.

Con mucha zona verde para poder descansar y refrescarse
y detalles por todas las esquinas.

Balcones que se mezclan con la naturaleza.

Tiendas de antigüedades que gustan,
hornos de pan y bollos que se pueden observar desde fuera,
pues en ellos se aprende, que hoy en día casi no se puede ver.

Le Carre Sainte Anne nos sorprende a todos.
Una preciosa iglesia, imponente,
a la que íbamos a entrar a dar gracias por el viaje que estábamos teniendo...
¡Y nos encontramos que es un centro de arte!
Había una exposición de esculturas con cristal de Murano.

Proseguimos nuestro camino con un calor abrasador.
El casco antiguo está lleno de pequeños bares con mucho encanto
y aunque nosotros llevamos nuestro picnic,
aprovechamos para refrescarnos un poco.

El arte está por todas partes.
Música, arquitectura, escultura, exposiciones y pinturas alucinantes.
Esos edificios que fotografiamos con Santi mostrando,
es un grafiti en un edificio, consiguiendo una perspectiva de volúmenes perfecta.

Seguimos caminando, disfrutando de las calles, sus balcones.
Toda la arquitectura tan bien cuidada.

Es una ciudad perfecta para pasear con niños.
A penas hay cuestas, mucha rampa y zona peatonal.

Pese a ser la décima ciudad más grande de Francia,
es muy tranquila y da gusto pasear por cualquier rincón.

Y llegamos a la Place de la Comedie.
Rodeada de parques, fuentes y palacetes.
Con el Teatro de fondo, se puede disfrutar de música callejera...
Se respira un ambiente muy parisino.

Buscando la sombra en unos días en que las temperaturas marcaron máximos históricos,
nos ponemos en marcha a la Catedral de Saint Pierre.

La Catedral, como todo el conjunto, es imponente.

Y vamos de vuelta al Acueducto, donde comenzó nuestra ruta,
pasando por la Universidad de Montpellier, una de las más antiguas de Francia.

Disfrutamos de los puestos que se abren por las calles.
Nos llama la atención lo bonitas que son las flores y el buen precio que tienen...
¡Pero hace mucho calor para llevárnoslas!

Y sintiéndonos como en casa nos ponemos en camino al lago donde pasaremos noche,
pues el calor y la humedad no nos posibilitan seguir haciendo turismo en Montpellier.

Renunciamos a conocer toda la zona moderna, espectacular como el casco histórico.
Pero a veces es mejor quedarse con buen sabor de boca
y saber disfrutar del momento que morir en el intento de ver todo sí o sí.

Así que nos bañamos con los patos.

Y encima conocimos a Jechu y Jaime con sus peques.
Gente encantadora, alegre y sencilla que se cruza en tu camino
y que uno no puede más que agradecer.

¡Volveremos a disfrutar de las calles de Montpellier!