Hemos ido muchas veces al Valle del Jerte, zona llena de cerezos, un valle donde suben y bajan árboles, carreteras de curvas, con pueblecitos llenos de naves preparados para la recogida de la cereza, llenas de cajas de madera, donde puedes llevarte desde un cerezo pequeño para plantarlo en tu jardín a una buena caja de fruta.
Teníamos muchas ganas de conocer la zona en su esplendor, con su manto blanco de flores.
Nos levantamos por la mañana, cogimos picnic y allí nos fuimos, con idea de volver por la noche.
Una excursión de día que a todos nos ha encantado.
Los niños no tardaron en encontrar "su árbol", treparon, se colgaron, se sentaron, corrieron.
Es preciosa toda la zona y ver como los árboles le dan otra imagen.
Flores blancas, sencillas y débiles.
Vimos cómo las abejas sacaban polen.
Jugamos mucho, disfrutamos un buen rato.
Es una imagen preciosa que sólo se puede disfrutar alrededor de 15-20 días al año, florecen y en seguida se caen los pétalos, son flores muy débiles. Pero después llega la lluvia de flores y el nacimiento del manto verde, para pasar a tener las cerezas.
Nos encantó la escapada, cuando volvíamos al coche nos topamos con un pastor y sus cabras.
Un momento increíble cuando el pastor estuvo hablando con nosotros, y los niños. En la ciudad no tenemos momentos así, y conocer gente con vidas diferentes es muy enriquecedor.
Nos ha encantado esta cara del Valle del Jerte, volveremos y disfrutaremos de sus flores.
