Ya estamos de vuelta en nuestras tierras, con mucha alegría y con ganas de volver al país vecino.
Pasar por Astún, ver un telesilla y subir todos.
"Esto es mejor que la feria" dicen los niños.
Las vistas desde el telesilla son impresionantes, ir subiendo y atravesar nubes como si Mary Poppins fueses, es una sensación que tú alucinas, pero los pequeños se emocionan.
Hacer un poco de la ruta de los Lagos, dejarte llevar por sus caminitos.
Ir descubriendo laguitos de agua cristalina, llena de renacuajos que nos han dejado ver cómo se mueven por allá arriba.
Volver a poner los pies sobre la tierra, bajarnos de las alturas y seguir con nuestra ruta improvisada, nos lleva a parajes como éste...
Canfranc es una localidad con una estación de tren impresionante, vagones de tren de madera, vías infinitas...
Y todo abandonado, comido por las plantas y los gamberros.
¿Cómo podemos tener una estación de tren tan bonita en España y dejarla tirada como un papelillo?
Jaca y su ciudadela, es una parada de tranquilidad en el camino.
Es una ciudadela con planta en forma de estrella, perfectamente conservada.
No entramos, los niños prefirieron el exterior: veintitrés bambis en sus fosos aguardaban allí y grandes praderas para tumbarse en los alrededores.
Así que preferimos hacer la croqueta y tumbarnos.
Dimos una vuelta alrededor y exploramos por sus ventanucos, explicándole a los niños que en su día serían ventanitas de seguridad, por si venían los malos.
Esto es lo único que vimos del interior, una escenografía en uno de sus espacios, así que suponemos que dentro habrá mucha historia que contar...
Pero esa parte, para otra vez.
Y con estas sentadas y agradeciendo un cesped impecable, seguimos nuestro camino de kilómetros sin rumbo.
Otra ruta increíble de nuestro viaje aventurero.