San Juan de la Peña, Naval, Torreciudad, río Cinca y Monte Perdido (Huesca)

Siguiendo el camino a los Pirineos Aragoneses, quisimos tener un día más tranquilito de coche, disfrutar de la naturaleza y descubrir rutas para hacer en familia.

Nuestra primera parada ha sido el Santuario de San Juan de la Peña, en Santa Cruz de la Serós, en Huesca, tiene dos santuarios, el viejo y el nuevo. Al antiguo no pudimos ir, sí pasar, pero tienes que dejar el coche e ir en autobús, y con los niños no nos pareció lo más práctico. Así que decidimos quedarnos en el nuevo, y disfrutar de sus alrededores.

Caminar un poco, hacer alguna ruta, meternos entre los árboles, hacer el mono.

Llegar al Balcón de los Pirineos y disfrutar las vistas.
Mirar y ver por dónde vamos a ir para atravesar las montañas y descubrir más lugares.

Camino para allá veíamos muchos puntos donde poder disfrutar de los Pirineos, pero éste, desde un banco, de lado a lado, escuchando a papá cómo nos decía el nombre de cada montaña: Bisaurín, Aspe, Peña Telera, Vignemale, Taillón, Monte Perdido...

Todos queríamos darnos un chapuzón en las aguas turquesas, color turquesa de verdad, turquesa azulado y verdoso, un color que sólo lo puedes disfrutar en esa zona, y allí iba la familia Pompas dispuesta a hacer de pececillos en el agua.

Buscando un lugar donde instalarnos y pasar la noche, dimos con Naval.
Un pequeño pueblo, con unas salinas y unas piscinas de sal, donde puedes bañarte y flotar en sus aguas, sí, sí, flotar, porque en esas aguas es imposible hundirse.

Los niños estuvieron jugando con la sal, como si arena o nieve fuera, dibujando y tocando.
Textura diferente que nunca pensamos que íbamos a encontrar en esta zona, pero el destino quiso llevarnos allí.

Instalados, allí pasamos la noche, disfrutando de las vistas, respetando el entorno y pudimos ver un rebaño de ovejas impresionante, con un pastor caminando y otro en coche, por la cantidad de ovejas que tenían.

Cuando te levantas, te cambias, desayunas, recoges y te lavas los dientes, un placer en la naturaleza muy divertido.

Nuestro segundo Santuario que queríamos ir con los niños, es Torreciudad, en Barbastro, Huesca.

Situado en lo alto de la montaña, deja disfrutar de unas vistas impresionantes.

Rincones para todos, respetando el silencio, dejan instantáneas como ésta, donde Santi te pregunta "mamá, ¿cómo consigues hacer fotos y que te miren?" Ayyyy, si yo te contara la cantidad de caruchas que ponéis, jajaja!!

Disfrutar de un Santuario con niños, poder rezar un poquito, llevar las inquietudes de los que te lo piden, enseñar a los niños sus diferentes espacios, tener un ratito de silencio para ti.

En casa tenemos una estampa de la Virgen de los Nudos, cada vez que a alguien le duele algo o tiene una preocupación, a Ella acudimos y le dejamos ese "nudo" y Ella nos lo desata.
Cuando vimos este pared llena de nudos con un letrero que decía "Déjale a la Virgen los nudos de tu vida. Ella los desata todos" pensamos que estaba hecho para nosotros, sólo para nosotros, nos sentimos identificados con los colores, la alegría, la idea, los nudos... Un momentazo familiar que nos llenó muchísimo.

Después de pasar una mañana espiritual, recargar fuerzas y seguir nuestro camino, dimos con el río Cinca, sus aguas gélidas y sus piedras calentitas.

En Monte Perdido pudimos disfrutar de lo pequeños que somos.
Volveremos para subir a la cima, pero los niños tienen que crecer un poquito más.
Etapa española terminada, las tierras francesas nos esperan, con muchas ganas de seguir adelante.