Aveiro, la Venecia portuguesa.
Conocíamos esta ciudad, pero fuimos con la idea de conocerla de nuevas.
Nuestro viaje por el norte de Portugal nos espera en esta segunda parte...
Es una ciudad costera con canales interiores de agua,
donde poder subir a los moliceiros y disfrutar de su tranquilidad.
Nosotros no fuimos por los canales,
hacía mucho aire y como no íbamos muy abrigados
nos recomendaron no subir, pasaríamos más frío aún.
Así que decidimos pasear y verlos navegar.
Si algo tiene Portugal es color,
variedad urbanística,
alegría arquitectónica.
Azulejos, estilo,
paredes llenas de ilusión,
muros llenos de emociones
y ventanas con historias que contar.
Y ver esta casa y los niños gritar
"¡la tenemos de Lego!"
Sí, es verdad,
¡tenemos una casa de Lego de Aveiro!
Es una ciudad para ir con niños,
mucha zona peatonal,
fácil para ellos y disfrutona para todos.
Iglesias llenas de tradición,
con exteriores impresionantes.
Iglesias llenas de devoción,
con interiores acogedores.
Si algo nos gusta de conocer lugares nuevos es pasear,
conocer su historia, sus casas, su gente.
Ver cómo viven, cómo disfrutan con su día a día,
cómo su ritmo es diferente al nuestro y nos enseñan a vivir de otra manera.
Nos contaron que en Portugal,
por lo menos en esa zona,
es muy raro ver una familia con más de dos hijos,
eso hizo que nos sintiéramos muy "observados",
volvimos a vivir el "Fotos No, por favor",
ya nos lo tomamos con más alegría,
pero es una pesadilla.
Tenemos complejo de Familia Real, jajaja!!
Hemos vuelto a Aveiro,
pero esta vez con amigos,
nos encanta,
hemos sido una familia de once increíble,
¡¡Os queremos!!
Nuestro paseo terminó por la Costa Nova,
paseando por sus casas,
buscando la casa de Wally...
Colores, rayas, colores, rayas,
alegría y ¡¡muchas fotos divertidas!!
Pasar unos días por la zona
y disfrutar de la playa.
Playas llenas de dunas,
viento, mucho viento,
arena y felicidad disfrutando del mar.
Nos encanta la playa,
la exprimimos desde todos los puntos.
La playa de Aveiro está genial para pasear,
con los peques, con carritos,
tienes kilómetros para pasear mirando el mar,
por la arena o por las pasarelas,
poca gente y tranquila.
En Aveiro nos encontramos con otro Santuario de Schoenstatt.
Un rincón espiritual, con mucha tranquilidad,
donde te sientes acogido, transformado y enviado.
Nos vamos con ganas de volver,
de quedarnos y disfrutar mucho más.
¡¡Gracias Aveiro por dejar que os re-conozcamos de nuevo!!